Nati (Anastasia) estaba nerviosa. Después de ocho largos meses en el paro y romper con su novio Paco el taxista, aquella mañana se estaba arreglando para ir a su nuevo trabajo.
La señora María Antonia (Toñi) Ferrero y Conde de Montemayor la había contratado como doncella personal en el chalet que tenía en Valldoreix. La señora Toñi, como quería que la llamara, estaba casada con Álvaro Encino de Valparaíso, de la familia de los famosos joyeros Encino y tenía tres hijos. Cuqui, de 16 años, internada en un exclusivo colegio suizo para jóvenes de la alta sociedad, e hija de su anterior matrimonio con Gianni Parmigianno, un buscavidas, jugador y playboy, y los gemelos Tim y Tom.
La señora Toñi le había hecho una lista de todos sus deberes y obligaciones entre los que se encontraba cuidar de su pekinesa Lolín. En la casa había otros dos perros, un bóxer de vigilancia y el setter Rodolfo, el juguete de los niños.
La lista era mucho más larga, con especificaciones que Nati no entendía muy bien.
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